miércoles, 2 de junio de 2010

HISTORIA DE UN COLOR: AZUL ULTRAMAR


De las montañas de Afganistán llega, a través de los mercaderes orientales, una mercancía preciosa, la llamada piedra azul o lapislázuli. Se comercia con ella como piedra semipreciosa, ya que su tono azul violáceo de gran intensidad es muy atractivo para joyas e incrustaciones. Y además, pronto se convertirá en el pigmento más preciado y caro de todos los que han existido.


El lapislázuli está compuesto de lazurita y pirita, que es la que proporciona el brillo irisado .Una vez molido y filtrado, los artistas medievales lo mezclan con aglutinantes, como las colas o el huevo, para obtener un color estable y de gran brillantez. Este azul recibe pronto el nombre de azul ultramar, para indicar su procedencia del comercio a larga distancia.

El ultramar es un invento medieval. No existe en la pintura egipcia, que utiliza el azul fayenza, más verdoso, ni griega ni romana. Fascinados con su belleza y su precio, pronto se convierte en un tono que hay que emplear con cuidado y mesura. Los mecenas especifican por contrato cuantas onzas de ultramar se pueden usar, así que las superficies elegidas para ser pintadas por este color, tienen que ser muy especiales. La elección recae en el manto de la Virgen , que empieza a ser azul a partir de este momento.

Maddonna con niño y santos.Duccio

Duccio, Cimabue, Giotto, Gozzoli, utilizaran el ultramar en sus pinturas al temple. La pureza del color casaba bien con la filosofía de la estética del momento. Cuanto más esencial, sin mezcla , era un tono , más apto resultaba para representar conceptos elevados de la jerarquía espiritual.

Anunciación de El Prado. Fra Angelico.

Para el fresco, el más estable de los procedimientos, no es posible usar un sucedáneo , como la azurita, que verdea. Por ello, el ultramar se encuentra poco en frescos medievales, la maravillosa excepción son los frescos de Giotto en Padua, con un despliegue de pigmentos de la mejor calidad.

Capilla Scrovegni, Padua. Giotto.

El azul está presente en los vestidos femeninos, no necesariamente de la virgen , y en los pequeños formatos, como por ejemplo en las miniaturas de los libros de horas. En el más famoso, Las muy ricas horas del Duque De Berry, una simple campesina puede llevar un vestido ultramar.

Campesinas segando, Libro de Horas del Duque de Berry.

Hermanos Limbourg.

Lo que ha llevado a un error de documentación. En la reciente película de Robin Hood, uno de los vestido de Marian está teñido de un brillante ultramar. El investigador ha tomado como fuente de inspiración las pinturas medievales, que no son más que una recreación. Un vestido teñido con ese color habría resultado fuera del alcance de una mujer como ella, aunque Marian no sea pobre.

Cate Blanchett y Russell Crowe en Robin Hood, de Ridley Scott.

Con la llegada del óleo, en el siglo XV, el pigmento se mezcla con aceites y el ultramar pierde su suntuosa brillantez. Para obtener el mismo resultado , los pintores lo mezclan con blanco de plomo, lo que permite mostrar una infinita variedad de tonos celestes de los que se beneficiarán los cielos renacentistas y barrocos.

En la Bacanal, de Tiziano, se muestran toda una gama de pigmentos de la época, que tenían en Venecia, la ciudad donde vivía el pintor, la puerta de entrada desde Oriente a toda Europa.



La bacanal.Tiziano.

La carencia de recursos de la corona española es dolorosamente patente en la pintura de Velázquez. Toda ella se resuelve con pigmentos más económicos, y es imposible encontrar en él un azul ultramar. Para que se vea la diferencia, en este retrato vienés de la infanta Margarita, los azules verdean y se agrisan . Son mágicos en manos del genio, pero ¿qué hubiera hecho con los pigmentos de Tiziano?

Retrato de La infanta Margarita. Velázquez.

La búsqueda de alternativas más baratas al ultramar lleva como resultado, en el XVIII, al azul de Prusia. Parecido en intensidad, desgraciadamente no se podía evitar el tono verdoso, más palpable cuando se mezclaba con blanco.


El mar glacial. C.D.Friedrich

Ya en el XIX, la alternativa barata y luminosa, fue el cobalto, presente en toda la paleta impresionista, especialmente en Monet.

Regatas en Argenteuil. C.Monet


La vanguardia recupera la fascinación por los tonos profundos y puros.Kandinsky toma el nombre para el almanaque de los expresionistas de Munich, Der blaue Reiter, de un cuadro suyo, la montaña azul.



La montaña azul. Kandinsky


Su compañero Franz Marc utiliza el azul ultramar en sus animales fantásticos , dotándolos de una inusitada espiritualidad.




Franz Marc. Caballos azules.


Pero si hubo un artista enamorado de este color, ese fue Yves Klein. Cuando ya se había conseguido su síntesis artificial, y las pequeñas variaciones de tono tenían un número industrial, como Yves Klein Blues, y presentó obras monocromáticas en este tono que consideraba el que mostraba la esencia metafísica de la pintura concentrada en su materia, un pigmento. En 1960 patentó el tono como Yves Klein Blue International, presentó una serie de lienzos pintados de ese color.


Estas historias son sólo una pequeña parte de las que podéis encontrar en el libro de Philip Ball: “La invención del color”, y de cómo conseguimos obtener los tonos que ahora nos permiten colorear el mundo.

2 comentarios:

Vicente Camarasa dijo...

Una pregunta, Ana, ¿es azul ultramar el que usa Vna der Weiden en el espectacular descendimiento del Prado?

Ana dijo...

Es ultramar, y también con ese cuadro puede pasar que se crea que las mujeres medievales iban vestidas así, cuando hubiera resultado carísimo teñir una tela de ese color.