Para realizar un buen retrato, el artista se encuentra con varios retos que debe superar. El primero de todos, lograr el parecido. Conseguir que el retratado se identifique con su imagen, o lo reconozcan quienes lo han tratado. El retrato es el rostro, y el rostro tiene sus propio lenguaje. Un lenguaje que se expresa de manera individualizada en un punto, la mirada.
Es en el Renacimiento donde surge el arte del retrato que hemos heredado , y , como veremos, sus tentáculos llegan hasta nuestros días. Lo habitual es el retrato de plano medio, que muestra las manos, o de busto. Resulta difícil sustraerse, al acercarse a un retrato, de situar al modelo en el centro. sin embargo, esta supeditación a la simetría axial, que está implícita en el tema, ya que el ser humano es simétrico, resultaría muy rígida y pronto los pintores encontraron la forma de soslayarla.
"Retrato de mujer joven"
Observemos este retrato de Rogier Van der Weyden. Trazaremos la división axial del cuadro y comprobamos algo que ya percibíamos. Está descentrado hacia la derecha. Sin embargo toda la composición muestra un perfecto equilibrio. Si seguimos la dirección de la mirada, los ojos de la dama conducen nuestra lectura de nuevo al punto central, equilibrando la composición.
Holbein utiliza este recurso con maestría. En uno de sus mejores retratos, el de Georg Gisze, la mirada dirigida a la izquierda reconduce una composición que se desequilibraría hacia la derecha.
El famoso retrato que pintó de Enrique VIII también se sitúa hacia la derecha. En este caso, la mirada no reconduce, lo que compensa la composición es la borla del gorro del monarca. Me he tomado la libertad de borrarla en esta imagen para que se vea bien cómo es el elemento que iguala los pesos de las dos mitades.
Otro recurso para compensar desviaciones de las reglas de simetría son las manos, que crean otro punto de interés en el cuadro y reconducen los pesos visuales. El rostro tiene generalmente la máxima luz del cuadro, por lo que pesa más visualmente. Las manos, del mismo tono o parecido, crean otro foco de interés que se relaciona con el primero y lo complementa.
La mirada de la joven de la perla cumple la misma función de reconducir la composición, situándonos otra vez en el eje simétrico. Las luces , a su vez, encuentran equilibrio entre el rostro y el pañuelo de la derecha.
Una de las características que conlleva la evolución del Renacimieto al Barroco( como ya se está encargando de explicarnos Vicente) es la liberación de una simetría rígida. En el retrato de Juan de Pareja, de Velázquez, la figura está en la parte izquierda del cuadro, y su mirada nos sitúa aún más a la izquierda. sin embargo, no resulta una composición desequilibrada. Es por el espacio que ocupa el brazo, a la derecha, que hace contrapeso con el rostro.
Si cometemos la blasfemia de cortar el retrato por el brazo...pues vaya, que parece que se cumple otra vez la regla de la mirada.
(horror perpetrado por Ana Molinero con afán didáctico sobre "Juan de Pareja")
Que no hemos inventado nada, a la vista está. Portada de Steve McCurry, en National Geographic , una de las fotografías de retrato más famosas del mundo. La simetría axial no es perfecta, pero el rostro aparece , a pesar de estar en la derecha, girado hacia la izquierda, que es donde se encuentra el fotógrafo.
"Afghan Girl"
Steve McCurry
Steve McCurry
Hemos tratado de miradas solitarias, de un diálogo mudo entre espectador-pintor y retratado. Pero en las pinturas de varias figuras , es posible establecer una linea compositiva que relaciona las miradas de los personajes. Leonardo es un maestro en ello, como en la Virgen de las Rocas, pero en esta ocasión he preferido seleccionar la "Madonna Sixtina", de Rafael.
"Madonna Sixtina"
Rafael Sanzio.
La Virgen y el Niño están situados en el eje axial, y su mirada se dirige al frente, diferenciandolos de los demás personajes, con vinculaciones subordinadas. La dirección de la mirada empieza por San Sixto, llega a la Virgen , y baja por Santa Bárbara a la derecha, para acabar en los dos angelitos que vuelven a situarla en las figuras centrales.
Comparemos con una de las pinturas que marcan un nuevo lenguaje narrativo: El balcón , de Edouard Manet.
Comparemos con una de las pinturas que marcan un nuevo lenguaje narrativo: El balcón , de Edouard Manet.
A nosotros la pintura no nos resulta inquietante ni extraña, pero sus contemporáneos no podían entender qué hacían estas tres figuras, (Berthe Morisot, la violinista Fanny Claus y el pintor Guillemet ) , cuyas miradas son totalmente divergentes, y que, por lo tanto , no podían contar una historia. Manet se está rebelando contra la necesidad del relato para explicar una pintura. De hecho, son retratos de gran profundidad psicólogica , cada uno de ellos sentía antipatía por los demás y se encuentra perdido en sus propios pensamientos. Es una metáfora de la soledad de la vida ciudadana, volcada en las relaciones sociales pero totalmente aislada en sí misma.
2 comentarios:
Excelente estudio sobre las miradas en la historia del arte. Un saludo.
Una vez más me quedo anonadado de su sapiencia y de lo bien que te lo explicas. Me encanta.
JV
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